La historia de Calvera se inscribe en los renglones de la vida del monasterio de Obarra. Esta población estaba marcada por la trascendencia del centro monástico y su influencia marcó y marca su desarrolló. A 1207 metros de altitud, en la salida de la Croqueta o congosto de Obarra, un sendero marcado le une con el monasterio que reposa a la orilla del Isábena. Su posición defensiva, entre un bosque de quejigos que atraviesa la carretera que sube desde Herrerías, le otorga esa labor de centinela y guardián. La ganadería marca la vida cotidiana de sus habitantes, con el reflejo de la autosuficiencia en la estructura de pajares y antiguas bordas.
En la actualidad Calvera está en un proceso de recuperación de sus casas y de la vida. La mejora de sus instalaciones brota entre un patrimonio cultural heredado de su época medieval. Los restos del castillo, del siglo XI, son mínimamente perceptibles en la casa-fuerte que corona la población.
En la plaza, la iglesia lombarda de San Andrés, con su ábside románico (siglo XI) y recientemente restaurada, remarcan la importancia de la plaza. La cercanía de las ermitas a Santa María de la Cuadra (lombarda del siglo XII) y San Valero (siglo XI), al sur de la población.